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domingo, 19 de mayo de 2013

No quiero ahorrar, no me gusta ahorrar...


Cada día después del trabajo, siempre que metemos las manos en los bolsillos encontramos entre otras cosas,  boletos de "combi", empaques de algún caramelo, nuestras llaves, el ticket del café que nos tomamos por la tarde y tal vez algunas monedas y otras cosas que no sabemos como llegaron allí.


 Nuestras llaves son importantes claro está, los papeles de caramelos definitivamente los pusimos nosotros. Pero ¿Y esas monedas, esas monedas que suenan de vez en cuando al meter las manos en los bolsillos, como es que llegaron allí ? Bien, en verdad por ahora nos es importante saber de donde vienen, lo que más nos debe de importar es cual será su fin. Es decir cual será el destino final que les daremos.

En realidad yo he establecido ciertos patrones de comportamiento para resolver este tipo de problemas, todo se basa en acciones repetitivas muy sencillas que no tengo que pensar mucho y no me quitan mucho tiempo, por ejemplo, si es que encuentro en mis bolsillos o en mi monedero una determinada cantidad de monedas al final del día, lo que hago para deshacerme de ellas es colocarlas inmediatamente y sin mayor demora dentro de mi hipopótamo rojo (alcancía), las arrojo dentro lo más rápido posible y me olvido de ellas.

Esto ya lo he convertido en una costumbre, y ¿Porqué hago esto?, la respuesta es muy simple, "por que no me gusta ahorrar". Es mejor que nos deshagamos de las monedas que nos sobran, y que las lancemos dentro de una alcancía de esta manera no nos seguirán molestando en el bolsillo.

Ya veremos como lograremos esto, repitiendo esta acción todos los días, podremos estar más contentos porque ninguna moneda quedará en mis bolsillos y así no sentiré molestia y cada fin de mes al observar mi alcancía podre darme cuenta de todo aquello que pude botar fuera de mis bolsillos para que dejara de molestarme.

De esta manera, no ahorro ni un centavo y sigo gastando todo lo que quiero y hasta me doy el lujo de botar mis últimas monedas del día dentro de una alcancía que bien puede tener la forma de un tacho de basura si es que se me ocurre.

La imaginación de una persona no tiene límites, sólo existe una manera de pararla, sólo hay una persona que puede detenerla, nosotros mismos.     

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