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jueves, 18 de octubre de 2012

Entre ranas y resortes. ¿Qué somos?


Hace mucho leí en algún lado algo sobre nuestra zona de confort, esto es algo así como el lugar en donde nos sentimos mejor y deseamos quedarnos allí el mayor tiempo posible. Creo que sería algo así como colocarnos una pantuflas super suavecitas y estar tranquilo en casa comiendo pizza y mirando tele o escoger colocarnos nuestros zapatos de vestir o zapatos de taco (para las chicas) y estar andando y corriendo todo el día resolviendo problemas en la oficina.

En realidad nos inclinamos más por la primera opción pero la verdad es que debemos de trabajar durante muchas horas al día para poder pagar nuestras cuentas a fin de mes. Esto no es todo, el problema no son ni el trabajo ni nuestras cuentas, el problema es la manera en como trabajamos, me explico, hoy mientras tomaba una práctica de microeconomía, comencé a observar el comportamiento de los alumnos y me di cuenta que a parte de mirarse las caras entre si porque no tenían la menos idea de lo que estaban haciendo, no hacían nada diferente para resolver el problema en el que se encontraban.


 Todos sabemos que para dar una buena prueba debemos de estudiar antes y además asistir a todas las clases del curso, también debemos de tomar anotaciones y leer el material que se nos proporciona, pero justamente eso es lo que no hacemos, ¿porqué? Simple, por que no nos gusta salir de nuestra zona de confort, la zona de confort es aquella que nos hace sentir bien y que no implica pensar más, o tomar alguna decisión incómoda, más o menos como nuestras pantuflas y pizza mientras miramos tele.

En resumen todos nos quejamos de que no tenemos dinero, que nos hacen trabajar demasiado, que lo que nos pagan no nos alcanza pero no hacemos nada por cambiarlo, aunque siempre estemos renegando esa es nuestra zona de confort. Más o menos como una rana a la que la metes en una olla de agua fría, esta se pone a nadar sin ningún problema y no se preocupa por nada más. Si encendemos la cocina y calentamos el agua poco a poco veremos que la rana no reacciona y muy pronto tendremos rana sancochada, pues se va adecuando a la nueva temperatura del agua, más o menos similar a nuestro comportamiento cuando estamos en algún trabajo que no nos gusta y que nos pagan mal. Nos hemos acostumbrado y será difícil salir de allí.

Pero si tienes un resorte haz la prueba, apriétalo hasta el límite y luego suéltalo, verás que salta de inmediato pues se niega a aceptar la forma que nosotros queremos darle. No se acostumbra a su zona de confort.

Llegó la hora de preguntar, ¿somos ranas o resortes?  No nos movemos de donde estamos por simple comodidad o nos negamos a aceptar lo que los otros quieren imponernos y reaccionamos hacia un nuevo cambio y la mejora de nuestras vidas.

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